La cadena alimenticia puede revertirse súbitamente y volver a
las personas un improbable alimento de uno de los más grandes animales
del mundo.
Un moderno Jonás fue tragado por un
enorme hipopótamo del río Zambezi en Zimbawe y sobrevivió para contar su
aterradora historia. “No hubo transición en absoluto, ningún sentido de
peligro inminente. Fue como si de pronto me hubiese quedado ciego y
sordo.”
Hace 17 años, Paul Templer de entonces
27 se dedicaba a guiar balsas de turistas por el río, y aunque cierto
hipopótamo siempre mostraba cierta agresividad a la presencia de los
extraños, nunca se había decidido a atacar.
Sentía que mis piernas estaban rodeadas de agua, pero la mitad superior [de mi cuerpo] estaba casi seca. Parecía atrapado en algo resbaloso. Había un horrible aroma de azufre, como huevos podridos, y una tremenda presión contra mi pecho. Mis brazos estaban atrapados pero me las arreglé para liberar uno y sentir alrededor –mi mano pasó por las ásperas texturas del hocico del hipopótamo. Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba bajo el agua, atrapado hasta mi cintura en su boca.
Templer logró esperar lo suficiente para
que el hipopótamo lo escupiera y nadó hasta la orilla del río. Sufrió
40 puntadas como consecuencia del ataque. Algunas marcas de mordidas
fueron tan profundas que perforaron sus pulmones. Su brazo fue
destrozado y eventualmente amputado. Y aunque volvió a su trabajo como
guía de turistas en el río, Templer sabe que tuvo mucha suerte y que
pudo haber sido mucho peor.
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