lunes, 25 de junio de 2012

El primer hombre en vivir sin corazón ni pulso

Médicos logran por primera vez sostener fisiología sin un corazón o pulso: un hombre se mantiene vivo pese a que todas las señales con las que se mide generalmente determinarían que está muerto.

“Por primera vez en 500 millones de años de evolución biológica tenemos fisiología sin pulso”, dice el doctor Billy Cohn, quien junto a Bud Frazieier del Texas Heart Institute han logrado reemplazar el corazón de un paciente con un aparato, mostrando que es posible vivir sin corazón ni pulso. 
Generalmente pensamos que el corazón es el órgano vital por excelencia, sin el cual la vida es imposible, simbolizando la vida misma. Pero la función del corazón puede ser reemplazada por una aparato mecánico, en este caso una especie de turbina con una serie de rotores que bombea la sangre de manera continua sin producir un pulso.
 
Los médicos probaron esta tecnología de punta de lanza en vaquillas, logrando que estas vivieran de manera natural, comieran y defecaran sin tener un corazón. 
El año pasado se presentó el caso del paciente Craig Lewis, a quien, in extremis, tuvieron que extraerle el corazón e insertarle un sistema de turbinas.
El excelente corto Heart Stop Beating documenta el trabajo de estos vanguardistas médicos y su exitoso procedimiento dando vida a un hombre sin corazón.
“Si escuchas su pecho con un estetoscopio, no escucharías un latido. Si examinas las arterias, no habría pulso, si lo conectaras a un electrocardiograma mostraría una línea recta. Bajo todos los criterios convencionales que usamos para analizar a los pacientes, está muerto”, dice Cohn. Y, sin embargo, vive.
Este extraordinario reemplazo de un órgano con una máquina nos hace pensar en la posibilidad cada vez más latente de incorporar artefactos tecnológicos al cuerpo humano para mejorar nuestro desempeño. Es posible que en algunos años esto se pueda hacer también con el cerebro, donde podremos tener una interfaz que nos permita tener una memoria perfecta o aumentar la velocidad de nuestro razonamiento.

No hay comentarios: